La hepatitis C es una enfermedad del hígado causada por el virus del mismo nombre (VHC): el virus puede causar hepatitis aguda o crónica, cuya gravedad varía entre una dolencia leve que dura algunas semanas y una enfermedad grave de por vida.
La hepatitis C es una importante causa de cáncer hepático.
Generalmente se transmite:
por compartir el material de inyección;
por reutilización o esterilización inadecuada de material médico, sobre todo jeringas y agujas, en entornos del sector salud;
por transfusiones de sangre y productos sanguíneos sin analizar;
por prácticas sexuales que conllevan exposición a la sangre.
El VHC también se puede transmitir por vía sexual y puede pasar de la madre infectada a su hijo, aunque estas formas de transmisión son menos frecuentes.
La hepatitis C no se transmite a través de la leche materna, los alimentos o el agua, ni por contacto ocasional, por ejemplo, abrazos o besos o por compartir comidas o bebidas con una persona infectada.
El periodo de incubación de la hepatitis C puede variar de dos semanas a seis meses. Tras la infección inicial, aproximadamente un 80% de los casos son asintomáticos. Aquellos con sintomatología aguda pueden presentar fiebre, cansancio, pérdida de apetito, náusea, vómito, dolor abdominal, orina oscura, heces con una coloración clara, dolores articulares e ictericia (coloración amarillenta de la piel y la esclerótica ocular).
Se estima que en el mundo hay 71 millones de personas con infección crónica por el virus de la hepatitis C.
Un número considerable de las personas con infección crónica sufrirán cirrosis o cáncer de hígado.
Los grupos de población con mayor riesgo de infección por el VHC son:
los consumidores de drogas inyectables;
los consumidores de drogas administradas por otras vías (no inyectables);
los receptores de productos sanguíneos infectados y los pacientes sometidos a intervenciones en centros sanitarios cuyas prácticas de control de las infecciones son inapropiadas;
los hijos de madres infectadas por el VHC;
las personas infectadas por el VIH;
los reclusos o exreclusos;
las personas tatuadas o con perforaciones (piercings) realizados en lugares no higiénicos.